EL ROCK DE CARLOS VIVES MÁS VIVO QUE NUNCA

El ritmo no decayó en ningún momento, y el concierto siguió con canciones como las míticas Canción Bonita, Bicicleta y Nota de amor, haciendo que todo el público se viniese arriba y se dejase la voz en ellas; para continuar con Rosa y La piragua. 

Y tras esta emotiva canción, llegó una pausa donde se vio proyectado un vídeo en el que se veían diferentes imágenes y con la voz en off de Carlos hablando de la música, la importancia del rock y cómo sus instrumentos les sirvieron «para codificar entonces los patrones cumbieros». «No sentir vergüenza de ser nosotros», decía un joven Carlos en esa pantalla, pues ha dejado más que claro que está muy orgulloso de su pueblo y de la música de la que ha sido partícipe de su creación. «Una moda que se reveló contra las modas, la música que se niega a perder su esencia. Un grito de libertad para entender lo que somos» y así es como decía que a todo eso lo llamó «el rock de mi pueblo». Por supuesto, tras estas palabras el WiZink se rompió en vítores y aplausos, pues no hay nada más bello que estar orgulloso de tu tierra, llevarla por bandera y hacer que toda tu gente también lo esté a través de tu música. Y de eso Carlos es un gran pionero y un gran ejemplo.

La pausa seguí para el colombiano, pero no para sus músicos. Pues la música volvía a sonar, el ritmo volvía a los cuerpos de todos los allí presentes. Pese a que solo estaban iluminados por la pantalla del fondo del escenario, los músicos y coristas brillaban sin necesidad de nada más y, pese a la ausencia de Carlos, no se podían despegar los ojos del escenario, pues ellos hacían que cada nota que producían esos instrumentos llenase de euforia a todo el público.

Tras esta pausa Carlos volvió con más energía, si es que eso era posible y con un cambio de look que sorprendió a todos los allí presentes; pues llevaba puesta la camiseta de la selección española de fútbol en conmemoración a que esa misma noche se celebraba la final de la Eurocopa. 

Su armónica tomó entonces el protagonismo, dejando así las primeras notas de Pa' Mayté volviendo a hacer que todo el público volviese a bailar llenos de ritmo. Tras ella llegó Déjame entrar, calmando un poco el ambiente, pues era algo más lenta que las anteriores. Pero la calma duró muy poco. «Viva el vallenato», comenzó a corear el cantante haciendo su propia versión de We Will Rock You, y logrando que todo el público se uniese a él y se escuchase el grito en todo el recinto.

La cañaguatera comenzó a sonar y con su fin llegó de nuevo el protagonismo del acordeón, haciendo saltar no solo al público, sino a todos los que estaban en el escenario. Y tras tanto frenetismo, hubo de nuevo una breve pausa en la que el público aprovechó para dejarse la voz mientras gritaban al unísono «Colombia, Colombia».

«Mi tío y mi padre me enseñaron esta canción», «mi papá siempre me dijo: `cuando alguien te pregunte de dónde eres, cómo eres, de dónde vienes; cántales esta canción´». Carlos, acompañado de su guitarra, presentaba con estas emotivas palabras El cantor de Fonseca emocionando con él a su público y haciendo que se viniesen más arriba que nunca y levantando sus banderas todo lo alto que podían. 

Y una celebración inesperada llegó, el primer gol de la selección española. Se comenzó a transmitir en las pantallas mientras se oía a Carlos decir: «¿se creían que no iban a ver el partido?» o «esto se está poniendo interesante», haciendo que todo el recinto se llenase de vítores y aplausos.

Pero el concierto y la fiesta debían continuar. Cumbiana y Volví a nacer llegaban para calmar un poco el ritmo. Pero, como anteriormente, duró poco, pues con las palabras que el cantante colombiano empezó a dedicar de nuevo a su público, la emoción se instauró en los presentes, que lo escuchaban con total atención, como si las palabras estuviesen calando en lo más profundo de sus corazones. Y no era para menos. Pues Carlos pronunció un gran discurso mencionando a todos su «hermanos», como él decía, colombianos y venezolanos; pero también españoles, haciendo así una declaración de intenciones logrando esa unión de pueblos que cada día se demuestra más y que sin ella nada sería lo mismo.

Dejó paso tras tanta emoción a La tierra del olvido, seguida de Como tú. Tras ellas, comenzó a presentar a todos sus músicos y a sus coristas con las palabras más bonitas que alguien podría pronunciar y haciendo que se les iluminasen las caras con la mayor de sus sonrisas. 

Y otra pausa llegó, esta vez una poco más extensa. Pero se volvió a inundar el WiZink con notas folclóricas gracias a que la gaita colombiana tomaba ahora el protagonismo, al igual que la camiseta que llevaba ahora Carlos, pues se la había cambiado por la de la selección colombiana. 

«Sí, sí, sí, que este amor están profundo […]». Fruta Fresca sonaba y todo el público se ponía en pie de nuevo para continuar con la fiesta. Tras ella, llegó un nuevo gol de España y Carlos, que también estaba pendiente de las pantallas, logró que todo el mundo lo celebrase de nuevo. 

El final del concierto llegaba. Carito sonaba. Pero otro gol de España después de finalizar la canción llegaba. Gritos y aplausos se veían y escuchaban por cada esquina. «Nadie va a olvidar este concierto», pronunciaba Carlos. Y no podía tener más razón. Él irradiaba felicidad, no solo por los goles de la selección española, sino por ver cómo su música había unido a tantas personas de tantos lugares diferentes. Y no solo él irradiaba esa felicidad, sino que logró con creces que todo el público acabase con la misma felicidad.

Todo acabó con Robarte un beso, mítica canción por todos conocida que tiene en colaboración con Sebastián Yatra; y Cuando nos volvamos a encontrar, la cual canta con Marc Anthony. Y así, tras un concierto apoteósico, que se convirtió desde el primer minuto en una auténtica fiesta, llegó el final.

Carlos Vives es uno de los artistas más importantes del panorama musical español e hispanoamericano. Ha sido nombrado Persona del Año por los Latin Grammy y, sinceramente, ayer quedó más que demostrado que se lo merece como nadie. 

Este concierto le permitió cantar canciones más antiguas y más recientes, pero no le impidió ninguna bajar el ritmo. El folclore y el rock llenaron el alma de los allí presentes, pues no solo las notas y las letras de sus canciones demostraban que quería montar una gran fiesta haciendo partícipe a todo el mundo, sino que la unión de pueblos a través de sus canciones fue de lo que más orgulloso se mostró. Y su sonrisa flamante durante las dos horas que duró el concierto lo dejó más que claro.

Carlos agradeció la oportunidad de volver a Madrid, pero su público quedó aún más agradecido con él y lo recibirán con los brazos abiertos siempre que quiera volver.